¿Cómo se inventaron las notas post-it?

Pegar y despegar, pegar y despegar. ¡Qué fácil sería todo en la vida si sólo se tratara de pegar y despegar! Finalmente, éste es el principio de las hojitas para anotar pendientes más famosas de la historia. Sí, ¡claro! Las post-it —que quiere decir: «¡pégalo!».
Aunque actualmente parecen tan «naturales», las notas post-it no estaban previstas por 3m —la empresa manufacturera de este útil producto; de hecho, Post-it es una marca registrada que se ha convertido en genérica, pues ahora se utiliza para denominar a todas las notas autoadheribles—. Todo fue obra de la casualidad. En 1968, el químico Spencer Silver, científico investigador de 3m, deseaba inventar un súper pegamento, pero a lo único que llegó fue a la fórmula de un adhesivo que pegaba los objetos… con la misma facilidad con que podían despegarse.


Seis años más tarde, en 1974, otro científico, colega de Silver y de nombre Art Fry, cantaba en el coro de su iglesia, al tiempo que se esforzaba por conservar la virtud de la paciencia, ya que el separador se caía continuamente de su libro de himnos. Entonces se le ocurrió que podía existir un separador que se adhiriera ligeramente a la página, para moverlo de lugar cada vez que se necesitara y, en ese momento, recordó el pegamento descubierto por Silver.

Durante tres años trabajó en el proyecto, que se basó en el concepto de pequeñas hojas en las que, además, se pudieran escribir notas, hasta que, en 1977, logró producir la cantidad suficiente para distribuirlas en las oficinas corporativas de 3M, donde obtuvieron su primer éxito: los empleados se hicieron aficionados a ellas. A partir de entonces, las notas post-it se convirtieron en un adminículo de papelería indispensable, no sólo por la gran idea de contar con hojitas para escribir notas, sino porque ahora hay hasta libretas y banderitas.

Y todo por el poder de un pegamento que, además, se puede despegar.


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