El proceso de un plan estratégico típicamente consta de los siguientes pasos:

Definición de la misión, visión y valores: este paso implica establecer la razón de ser de la organización, su visión a largo plazo y los valores que guían su comportamiento.

Fijación de objetivos y metas: este paso implica establecer metas y objetivos específicos y medibles que la organización desea lograr, dentro de un plazo determinado.

Análisis del entorno: este paso implica identificar los factores externos que pueden afectar a la organización, incluyendo las tendencias del mercado, la competencia, la tecnología y los cambios regulatorios.

Análisis interno: este paso implica evaluar los recursos, capacidades y fortalezas de la organización, así como sus debilidades y áreas de mejora.

Formulación de estrategias: este paso implica desarrollar un conjunto de estrategias coherentes y orientadas a objetivos, que permitan a la organización alcanzar sus metas y objetivos.

Implementación de la estrategia: este paso implica llevar a cabo las acciones necesarias para ejecutar las estrategias definidas, asignar responsabilidades y recursos, y establecer un plan de seguimiento y control.

Evaluación y control: este paso implica monitorear y medir los resultados de la estrategia implementada, comparándolos con los objetivos y metas establecidos, para identificar áreas de mejora y hacer ajustes necesarios.

Es importante destacar que el proceso de planificación estratégica no es un evento único, sino un proceso continuo y dinámico que debe ser revisado y ajustado regularmente, en función de los cambios en el entorno y en la organización.

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